Un equilibrio sobre las manos es estimulante. Es proceso. El viaje es una rutina, pero el cuerpo se siente sin esfuerzo cuando comienzas a tener esos momentos de estabilidad. El tiempo se ralentiza y la mente se detiene. Es como si entraras en otro lugar. Y es emocionante. La meditación de estar boca abajo y descubrir que la facilidad y la falta de esfuerzo no se comparan con nada más. No es una sensación que pueda expresarse plenamente, sólo puede experimentarse. Y para quienes saben, hay una buena razón por la que los practicantes pasan la mayor parte de sus días de vigilia en sus manos. Pero más allá de la expresión física de una habilidad ganada a mucho sudor y esfuerzo, lo mejor es la emoción de enfrentarte a ti mismo y aprender de lo que eres capaz.

​Un handstand puede convertirse en un vehículo para aprender a enfrentar nuestros miedos, enfrentar nuestras inseguridades y superar los límites de nuestras creencias. Se trata de zambullirse en un territorio desconocido y empoderarnos aprendiendo a navegar por su terreno. Un cambio sutil en el comportamiento y en la forma en que se aborda la vida con un sentido más profundo de sí mismo.

La práctica no debe ser complicada. Como un handstand, debería ser simple y provechosa. Se trata de enamorarse de la aventura, no del resultado final.

Es por eso, que si quieres aprender a mantenerte sobre las manos, ya consigues subir a la pared o quedarte en un handstand al menos unos segundos, este taller es para ti.

La grabación quedará disponible en diferido durante 7 días, por si no puedes hacer el taller en directo.

A hand balance is exhilarating. It’s a process. The journey becomes a ritual, yet the body feels effortless when you start finding those moments of stability. Time slows down and the mind becomes still. It feels as though you’ve stepped into another place. And it’s thrilling. The meditation of being upside down and discovering that ease and effortlessness are unlike anything else. It’s not a feeling that can be fully expressed, only experienced. And for those who know, there’s a good reason why practitioners spend most of their waking hours on their hands. But beyond the physical expression of a skill earned through sweat and effort, the real treasure is the excitement of facing yourself and learning what you’re capable of.

A handstand can become a vehicle to learn how to face our fears, confront our insecurities, and transcend the limits of our beliefs. It’s about diving into unknown territory and empowering ourselves as we learn to navigate its terrain. A subtle shift in behavior and in the way we approach life, with a deeper sense of self.

Practice doesn’t have to be complicated. Like a handstand, it should be simple and rewarding. It’s about falling in love with the adventure, not the final outcome.

That’s why, if you want to learn how to hold yourself on your hands, whether you can already kick up against the wall or balance in a handstand for a few seconds, this workshop is for you.